El edificio
El edificio
El edificio que corona el Islote de Hilario es fruto de la mente creativa de César Manrique, que junto con Jesús Soto (promotor de las construcciones) y el arquitecto Eduardo Cáceres supieron llevar a buen término.
Antes de empezar a proyectarse los planos y diseño del edificio, Manrique ya tenía una idea muy definida. Algunos trabajadores presentes por aquel entonces comentan que para explicar su visión cogió una taza de café y colocó su pequeño plato encima y dijo “esto es lo que quiero”.
Con esta primera aproximación, y con la silueta circular del “platillo”, probablemente ya había asimilado que para este extravagante lugar, de condiciones casi “extraterrestres”, la mejor opción sería jugar con la temática espacial. Pero las obras no serían tarea sencilla.
“El Diablo” es un edificio circular de una sola planta al cual se le suman otras “habitaciones” o salas funcionales, como por ejemplo la zona de cafetería y de la cual la separa una barra metálica a modo de “isleta” también circular. Algo más independientes a estas salas principales son los baños, protegidos por cóncavas murallas de piedra y “horno”, cuya estética combina con estos muros pétreos. Estas formas circulares son un guiño a los “socos” de los paisajes de La Geria, que sólo con Manrique combinarían perfectamente con la doble interpretación de “paisaje lunar” o espacial al cual se alude con el edifico en conjunto. Ésto se consigue sobre todo mediante el aro de cristal que bordea el restaurante, que al separar el techo de la base, dan un aspecto de “nave flotante”.
La cristalera además cumple con la función de integrar al visitante en el paisaje y refleja claramente que las intenciones no eran ocultar el edificio pues, de ser así se hubiera recurrido a otra clase de soluciones como ocurre en el Mirador del Río.
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